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The Line y el sueño de la ciudad lineal

10 August 2023

En Arabia Saudí, un revolucionario proyecto urbanístico está cobrando vida. En el desierto ya empiezan a alzarse los cimientos de una ciudad de 170 kilómetros de largo y algunos cientos de metros de ancho, protegida por muros de espejos de 500 metros de altura que reflejarán la exuberante naturaleza desértica que la rodea. Era lejano el sueño de la ciudad lineal, pero por primera vez parece estar tomando forma.

The Line, así se llama la ciudad naciente, también denominada NEOM, es presentada por la casa real saudí como un sueño urbano con un toque ciberpunk, imaginado por la comodidad de los servicios (todos disponibles en cualquier lugar a menos de quince minutos a pie) y la rapidez de la comunicación: la ciudad estará servida por un tren superrápido que la cruzará de lado a lado en sólo veinte minutos. Todo se presenta incluso con trailers dignos de una superproducción de Hollywood, en los que una voz, acompañada de cuerdas orquestales que van in crescendo, nos susurra: "El diseño de la ciudad contemporánea es esencial. ¿Y si elimináramos los coches? ¿Y si canceláramos las carreteras? ¿Y si todo lo que necesitamos estuviera a cinco minutos?" Las palabras acompañan a las brillantes imágenes de una megaestructura que surge en el desierto, atravesando dunas y montañas hasta convertirse en una franja urbana preparada para acoger a 9 millones de habitantes en 2045. Sin embargo, la viabilidad de The Line aún no está clara; para imaginar lo que será, podría ser útil fijarnos en los proyectos de ciudad lineal repetidamente soñados por urbanistas y hasta ahora nunca realizados. Aunque a algunos pueda sonarles como si fuera una pesadilla distópica, el sueño de construir una ciudad lineal ha fascinado a generaciones de arquitectos.

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Ciudades lineales en la historia

El urbanista español Arturo Soria y Mata fue el primero en soñar esta utopía, y en 1882 propuso la idea de una ciudad "casi perfecta" consistente en una franja urbana de 500 metros de ancho, con los servicios dispuestos a ambos lados de un larguísimo bulevar. Su experimento se llevó a cabo en parte y bajo el nombre de Ciudad Lineal, un fragmento urbano que más tarde fue engullido por la expansión de los suburbios de Madrid. La idea de construir una ciudad lineal fue retomada por Edgar Chambless a principios del siglo XX en los Estados Unidos. En un mapa, el arquitecto trazó una línea recta que atravesaba el país desde el Atlántico hasta el Pacífico, pasando por los Montes de Allegheny, el río Misisipi y las Montañas Rocosas. A lo largo de esta línea, Chambless imaginó una franja continua de casas de dos plantas, construidas sobre tres vías de ferrocarril, con un paseo en la azotea y amplias zonas verdes. Esta interminable franja urbana recibiría el nombre de Roadtown, combinando las comodidades de la ciudad con la belleza del campo. La visión de Chambless encarnaba los valores estadounidenses de libertad y movilidad, pero mientras tanto esta idea de ciudad lineal también comenzaba a crecer entre los arquitectos soviéticos. Mikhail Okhitovich, teórico constructivista, rechazaba el principio de una ciudad centralizada como expresión típica del capitalismo, abogando por el diseño de una ciudad realizada en franjas. En 1930, el arquitecto ruso presentó un plan de desarrollo lineal para la ciudad de Magnitogorsk, imaginando una red de ocho directivas de 25 kilómetros de longitud, a lo largo de las cuales los residentes de clase trabajadora vivirían en casas individuales, con los niños relegados a espacios separados. La idea de Okhitovich no fue bien recibida, se le consideró políticamente peligroso y fue ejecutado en 1937.

Le Corbusier, Kenzō Tange y las ciudades-viaducto

Mientras tanto, una superestrella de la arquitectura francesa, Le Corbusier, también era aficionado a esta misma idea. En 1931, el gobierno francés presentó un proyecto urbanístico para Argel, con motivo del centenario de la dominación colonial. Le Corbusier vio en ello una oportunidad para promover el Plan Obus, una idea tan futurista como descabellada, que preveía una enorme autopista elevada serpenteando por las colinas, con 14 pisos de viviendas obreras hacinadas bajo los pasos elevados, una especie de viaducto-colmena, capaz de albergar a 180.000 personas. Afortunadamente, sus ambiciones también quedaron solo en papel.En 1961, en Japón, el arquitecto Kenzō Tange presentó en televisión su plan para el futuro de la bahía de Tokio. El plan preveía una espiga urbana de 80 kilómetros de largo a través de la bahía, con módulos conectados por tres niveles de carreteras de circunvalación y edificios adosados al esqueleto de la autopista. Se trataba de un sistema que podía ampliarse en caso fuese necesario. En su opinión, la estructura de la ciudad moderna ocupaba el lugar que antes habían ocupado las catedrales: al igual que éstas eran el centro de la ciudad medieval, el nuevo "eje cívico" conformaría la espina dorsal de la metrópoli del futuro.

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Una ciudad reluciente de cerámica y dura como el gres porcelánico

Más allá de los renderings promocionales, The Line será un lugar para pasear, tomar sol y tumbarse junto a la piscina. Cabe imaginar que la cerámica y el gres porcelánico serían una excelente opción para revestirlo. Dado el contexto, desértico y ventoso, las cualidades de ambos materiales -tan resistentes como duraderos- los hacen ideales para revestir el exterior de un lugar antropizado y futurísticamente elegante. La cerámica es densa y resistente al agua, a las manchas y a la luz solar, está disponible prácticamente en gamas y acabados infinitos; así como también es perfecta para soluciones de diseño. El gres porcelánico es aún más resistente, gracias a sus procesos de prensado y cocción a altas temperaturas. Perfecto para exteriores, ya parece verlo en las interminables aceras de NEOM y enmarcando el borde de las piscinas del futuro. De hecho, el gres es resistente a la abrasión, lo que lo hace perfecto para espacios que requieren suelos duraderos.No sabemos si The Line triunfará o fracasará como sus antecesoras, lo que sí sabemos es que, con los refinamientos adecuados, sus viajes en el tiempo prometen durar más. Por ahora, en el desierto del noroeste de Arabia Saudí, ya se vislumbra una delgada línea en la arena.

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